martes, 26 de julio de 2016

Quentin Meillassoux: Después de la finitud. Ensayo sobre la necesidad de la contingencia


Quentin Meillassoux: Después de la finitud. Ensayo sobre la necesidad de la contingencia. Caja Negra Editora, Buenos Aires, 2015. (Après la finitude. Essai sur la nécessité de la contingence. Éditions du Seuil, París, 2006).

http://www.cajanegraeditora.com.ar/sites/default/files/styles/product_full/public/Meillassoux_alta.jpg?itok=J7zLljVI
(De la contratapa). “(…) Precursor de un movimiento filosófico conocido mundialmente como “realismo especulativo”, Meillassoux se lanza en este, su primer libro, tras los pasos de Locke y de Descartes a la conquista de lo absoluto por el pensamiento. Pero el absoluto recobrado más allá de la finitud humana carece ya de toda eminencia o necesidad, y de cualquier vestigio de ingenuidad y de nostalgia pre-kantianas: es Caos y mera facticidad, sinrazón y contingencia ciega de todo lo que existe. (…)”

Por un camino que, en principio, intenta hilvanar desde hace varios años el pensamiento de Alain Badiou, me sentí impactada por este libro de tesis sorprendentemente fuertes.
Meillassoux defiende de entrada la existencia del objeto-en sí, esto es por fuera del sujeto que lo piensa, y propone que su ontología, despegada del ser de la metafísica, es lo que de este objeto puede ser expresado en términos matemáticos. Es el inicio de su objeción al correlacionismo en filosofía, el cual se rehusa a considerar un objeto independiente del acto de pensar.
¿Cómo dar lugar si no a las formulaciones de la física contemporánea sobre el universo, expresadas matemáticamente por supuesto, muy anteriores a la aparición no sólo de la vida humana pensante sino también de la vida misma?
Lo ínico absoluto, es también su tesis, es la imposibilidad de lo necesario. El principio de razón suficiente (Leibniz) será refutado por la facticidad o ausencia de razón, aplicadas incluso al principio de no contradicción del que parte la lógica. La no-contradicción es fáctica entonces y no absoluta, porque de lo único que podría dar cuenta la lógica es de sí misma: “la única cosa que nos está dada esel hecho de que no podemos pensar nada contradictorio”.
Si pensar se extiende, con Freud, al inconsciente, ¿no puede acaso la facticidad de la no-contradicción, como invariante del pensamiento consciente, transformarse en contradicción –fáctica- en el seno de los pensamientos inconscientes…?

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