domingo, 31 de julio de 2016

Desgracia - Coetzee



John Maxwell Coetzee: Desgracia. Novela. Penguin Random House, Buenos Aires, 2015.


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(Del libro). “J. M. Coetzee nació en 1940 en Ciudad del Cabo y se crió en Sudáfrica y Estados Unidos. Es profesor de literatura en la Universidad de Ciudad del Cabo, traductor, lingüista, crítico literario y, sin duda, uno de los escritores más importantes que ha dado estos últimos años Sudáfrica, y de los más galardonados. Premio Nobel de Literatura en 2003…”


“La belleza no es dueña de sí misma” dice David, quien, montado en un afán de seducción indiferente al acuerdo de la mujer que lo cautiva, se verá transformado de remitente en destinatario de un mensaje que adopta, ahora, proporciones siniestras.
Solamente indentificado, quizá, a la Teresa de Byron hallará más tarde que temprano un margen de libertad dolorosa, en la inspiración; se dejará conducir entonces por la verdad inaparente de una historia de amor que le dicta la música que a ella le conviene, tomando por insólito instrumento el antiguo banjo de juguete de su hija.

Una única nota de fondo, no varía. Es la ignorancia monocorde del parentesco formal entre el drama de partida y el drama final que se desenrolla, paso a paso, bajo sus incrédulos ojos, y frente al cual toda su resistencia, su solicitud paternal y los principios que da por sentado se estrellan contra un muro incomprensible.

martes, 26 de julio de 2016

Quentin Meillassoux: Después de la finitud. Ensayo sobre la necesidad de la contingencia


Quentin Meillassoux: Después de la finitud. Ensayo sobre la necesidad de la contingencia. Caja Negra Editora, Buenos Aires, 2015. (Après la finitude. Essai sur la nécessité de la contingence. Éditions du Seuil, París, 2006).

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(De la contratapa). “(…) Precursor de un movimiento filosófico conocido mundialmente como “realismo especulativo”, Meillassoux se lanza en este, su primer libro, tras los pasos de Locke y de Descartes a la conquista de lo absoluto por el pensamiento. Pero el absoluto recobrado más allá de la finitud humana carece ya de toda eminencia o necesidad, y de cualquier vestigio de ingenuidad y de nostalgia pre-kantianas: es Caos y mera facticidad, sinrazón y contingencia ciega de todo lo que existe. (…)”

Por un camino que, en principio, intenta hilvanar desde hace varios años el pensamiento de Alain Badiou, me sentí impactada por este libro de tesis sorprendentemente fuertes.
Meillassoux defiende de entrada la existencia del objeto-en sí, esto es por fuera del sujeto que lo piensa, y propone que su ontología, despegada del ser de la metafísica, es lo que de este objeto puede ser expresado en términos matemáticos. Es el inicio de su objeción al correlacionismo en filosofía, el cual se rehusa a considerar un objeto independiente del acto de pensar.
¿Cómo dar lugar si no a las formulaciones de la física contemporánea sobre el universo, expresadas matemáticamente por supuesto, muy anteriores a la aparición no sólo de la vida humana pensante sino también de la vida misma?
Lo ínico absoluto, es también su tesis, es la imposibilidad de lo necesario. El principio de razón suficiente (Leibniz) será refutado por la facticidad o ausencia de razón, aplicadas incluso al principio de no contradicción del que parte la lógica. La no-contradicción es fáctica entonces y no absoluta, porque de lo único que podría dar cuenta la lógica es de sí misma: “la única cosa que nos está dada esel hecho de que no podemos pensar nada contradictorio”.
Si pensar se extiende, con Freud, al inconsciente, ¿no puede acaso la facticidad de la no-contradicción, como invariante del pensamiento consciente, transformarse en contradicción –fáctica- en el seno de los pensamientos inconscientes…?

lunes, 18 de julio de 2016

domingo, 17 de julio de 2016